▷ Si vas a correr el ✔︎ Maratón de Tokyo 2023 posiblemente mi experiencia en el Tokyo Marathon 2018 te pueda ayudar tanto a conocer la ciudad, como a planificar el viaje. En esta entrada te contaré todo lo que necesitas saber acerca de uno de los 6 maratones de la Abbot World Marathon Majors y si quieres ver el vblog de esta entrada, pincha aquí 👉 Tokyo Marathon
Y con el Maratón de Tokyo que este año se celebraba el
25 de Febrero, me quedo a las puertas de cambiar de dígito doble y pasar al 2
que marca la veintena. Han sido 19 y cada uno especial. Este, por la lejanía,
pero sobre todo porque suma mucho en mi cuenta estadística. Un Maratón más (19), un
nuevo país (10), también un nuevo continente (3), nueva etiqueta Gold (11) y el cuarto Major de los seis que hay.
Quedan pendientes para un futuro, espero que no muy lejano, Boston y Londres. También suma como Maratón Olímpico (9) ya que en Tokyo se celebraron los JJOO de 1964 que marcaban la edición número XVIII. Como curiosidad comentar que éstos fueron los primeros Juegos Olímpicos televisados en color y transmitidos en directo a Europa y EEUU. También se utilizó por primera vez la cámara lenta y los ordenadores para registrar los tiempos exactos de las competiciones.
El Maratón de Tokyo es realmente impresionante por
todo lo que envuelve y la cantidad de gente que mueve. Ibamos a ser 35500
corredores, pero las cifras de la Expo hablan de 100000 visitantes durante los
tres días que dura. Una locura para una feria de un Maratón. La cuidad se
vuelca con la carrera y ya el día de mi llegada pude ver carteles en algunas
estaciones de metro.
Este viaje lo planifiqué el mismo día que me
confirmaron que me había tocado una plaza en el sorteo, el 25 de Septiembre.
Tras darle unas cuantas vueltas, decidí volar con la Finnair y hacer escala en
Helsinki en vez de hacerla en Frankfurt, Amsterdam o Paris. La razón principal,
porque era más económica, pero sobre todo porque acortas bastante el segundo
vuelo. Una hora u hora y media y eso en un vuelo de 11 horas es un mundo. Así
que el primer vuelo es algo más largo, unas 4 horas y el segundo más corto,
poco más de 9 y media. La verdad es que se me pasó bastante rápido el día,
teniendo en cuenta que esta vez dormí poco en el avión.
Como voy a estar unos cuantos días y habrá mucho de qué
hablar, en vez de hacer la crónica toda seguida la voy a dividir en días, de
forma que el que se quiera ir directamente a leer la crónica pura de la
carrera, pues no se come todo el mogollón. Ah, por cierto. Por si algun@ no lo
sabía, las palabras o textos que están con otro color tienen enlace de interés,
así que pinchado se amplía información del tema. Vamos a por el viaje!!
MIERCOLES 21 / JUEVES 22 – AKIHABARA / CHUO DORI ST.
Como ya conté un poco más arriba, llegué algo más
cansado de lo habitual porque no conseguí dormir como otras veces. De todas
formas el vuelo fue bastante tranquilo y sin ningún retraso ni problema a la
hora de embarcar. Llegamos a Tokyo a las 1000h tal y cómo estaba previsto y lo
primero que toca cuando sales de espacio Schengen es pasar aduana. Cuando vi la
cola me asusté un poco, pero la verdad es que iba rapidísimo y si no fuese por
una chica que tuvo un pequeño problema con el pasaporte, la hubiéramos librado
en 15 minutos. Y la recogida de la maleta igual, ni cinco minutos esperando.
Por lo menos, a pesar de la lluvia, empezábamos bien.
Vuelo con Finnair y escala en Helsinki
Sobrevolando los Alpes
El siguiente paso era el tema del transporte. Bien, en
Tokyo es algo más complicado que en el resto del mundo porque no hay una compañía de metro,
sino que hay varios con tarifas diferentes. La empresa Tokyo Metro es que más líneas tiene, cubre prácticamente todo Tokyo y tiene unos abonos de 24, 48 y 72
horas para extranjeros que van muy bien. Pero si te vas a mover en otras compañías,
como la JR, Yurikamone (monorraíl) o las Toei Subway y Tobu Railway, entonces tienes que
utilizar otros billetes distintos. En principio parece complicado, pero realmente no lo es. Después de investigar un poco, tampoco demasiado,
descubrí que hay unas tarjetas tipo Oyster (la de Londres) que te hacen un
pequeño descuento sobre el billete sencillo y que las puedes utilizar en todas
las líneas, excepto en la JR. Son las tarjetas PASMO/SUICA (cualquiera de las
dos vale). Al comprarlas te retienen 500
yenes, unos 3.75 euros y al devolverla te devuelven la mitad. Son muy cómodas
porque no las tienes que insertar como los abonos turísticos, sino que son de
las llamadas ‘sin contacto’, con lo que simplemente la apoyas en el sensor al
entrar, sin ni siquiera tener que sacarla de la cartera, y ya se abren las puertas. O más
bien no se cierran porque muchas ya están abiertas y si no tienes saldo o no es
correcta la tarjeta, meten un sonido bastante ruidoso y se cierran. Estas
tarjetas PASMO/SUICA son también muy útiles porque además puedes pagar con
ellas como si fuesen tarjeta de crédito sin contacto en muchas tiendas con los
7Eleven y en las máquinas expendedoras que hay por todo Tokyo. Realmente
merecen la pena aunque dependiendo de los viajes que hagas diarios pueden salir un poco más caras (2-3 euros) que el abono de tres días.
Así que yo lo tenía claro, tarjeta PASMO/SUICA nada
más llegar. La otra cuestión era el tema transporte de Narita al centro de
Tokyo. Yo tenía el apartamento de Airbnb cerca de la Tokyo Station que es a
dónde llega el NEX (Narita Express), así que no me lo pensé demasiado. Son 4000
yenes que al cambio hacen unos 30 euros por billete de ida y vuelta. Hay
muchísimas más opciones, de trenes más lentos, de la competencia del NEX, como
el Skyliner de la empresa Keisei que es un poco más caro (unos 3 euros) aunque más rápido. Tarda 41 minutos, frente a los 60' del NEX. Dependiendo de dónde estés alejado puede ser una buena opción. Llega a la estación
Ueno (H17) en 40 minutos y ahí puedes coger las líneas de Metro Guinza (G) o
Hibiya (H) con las que te puedes desplazar muy cómodamente, aunque también puedes utilizar las JR,
Toei y Tubu. En fin, variedad máxima.
Viajando cómodamente en el NEX y con Wifi de alta velocidad gratuita
Pues con mi billete de ida y vuelta del NEX y mi
tarjeta PASMO, ya estaba listo para conocer Tokyo. El viaje del aeropuerto al
centro es de una hora y la verdad es que se pasó todo el rato lloviendo y por
tramos, nevando. En el tren se iba bien, pero fuera pintaba fresquito. Llegué
puntual y mi anfitriona de Airbnb me fue a recoger a la estación. He de decir
que quedamos, previa indicación de Junko (así se llama) en la puerta de Prada
que estaba en una de las entradas más conocidas de la Tokyo Station, la Yaesu Main
Entrance. Este es otro de los inconvenientes del metro de Tokyo para los
extranjeros. Aunque está todo en inglés, cada estación es un mundo y todas
tienen muchas salidas, no un par como estamos acostumbrados. Muchísimas,
algunas estaciones tienen 20 o más. Y claro, como no sepas cual es la salida del sitio
que quieres ver, pues puedes aparecer cuatro manzanas más abajo y en dirección
contraria. Así que, a la hora de planificar, anotad la salida más cercana a la
atracción, museo o monumento que queráis ver. Ahorraréis tiempo y cansancio.
Tokyo Station
Una vez me enseña el apartamento y me da unas
indicaciones de cosas que hay por la zona, me quedo solo, me pego una ducha y,
aunque el cuerpo me pedía dormir, salgo a comer. Iba a ir hacia la zona de
Roppongi dónde está el Hard Rock y el restaurante dónde se rodó la famosa
escena de Kill Bill, pero al final decidí ir a la zona de Akihabara que me
quedaba sólo a 4 paradas de metro. Es la zona dónde se encuentran todos los
centros comerciales de Manga, Anime, comics y electrónica. Y digo centros
comerciales porque todos son de varias plantas, no son tiendas sin más. Es
básicamente una calle, la Chuo Dori que, durante el día está bien, pero cuando
cae la noche y se encienden todas las luces se transforma espectacularmente y
es realmente digna de visitar. Esa misma calle se extiende algunos kilómetros
hasta la zona de Ginza y en esa parte se convierte en la Quinta Avenida de
Tokyo. Pero voliviendo a Akihabara, a mí, particularmente no me va mucho el
Manga ni el Anime, pero los que sois fans os podéis volver completamente locos aquí. Así que yo sólo entré en una de electrónica y salí a la media
hora mareado de todo lo que allí había. Digamos que sería como El Corte Inglés,
aunque más grande y con sólo electrónica.
Avenida Chuo Dori en Akihabara
Mega centro comercial anime
Y como ya me estaba cansando demasiado y se empezaba a
hacer tarde, al final decido coger el metro y acercarme a Roppongi a ver si
tenía suerte y encontraba mesa en el Restaurante Gonpachi, el de la peli de
Kill Bill. Mesa no conseguí, pero sí un sitio en la barra donde cené muy a
gusto y desde dónde puede hacer unas fotos para el recuerdo. Y con esta cena,
ni el día ni las piernas daban para más, así que de nuevo metro de vuelta a
casa para descansar que al día siguiente tocaba recogida de dorsal y Expo.
Roppongi Hills
Restaurante Gonpachi dónde se rodó Kill Bill
VIERNES 23 – ODAIBA / BIG SIGHT / ROPPONGI HILLS
Para recoger el dorsal y visitar la Expo, la Organización nos hace desplazarnos hasta la isla artificial de
Odaiba. Me parece genial, porque es un sitio que hay que visitar sí o sí, y
además tiene unas instalaciones, el Tokyo Big Sight, impresionantes. De hecho
antes de que cambiasen el circuito el año pasado, precisamente era en esa zona
en dónde terminaba el Maratón. Ahora lo hace a las puertas del Palacio
Imperial, bastante más céntrico. Os amplío información en mi vblog 👉 Visit Tokyo
Me levanto un poco más tarde de lo que quería y me voy
a tomar un cafecito en un sito al lado del apartamento que se llama Café Rico.
Con ese nombre como mínimo me encontraría a algún compatriota, pero de español
sólo tiene el nombre. Eso sí, el café, de pota, estaba muy bueno.
Linea Y de metro hasta la estación de Toyusu dónde hay
que cambiar de empresa y coger el metro automático de la línea Yaurikamome que
hace un recorrido realmente espectacular atravesando el Rainbow Bridge que une
Tokyo con la isla de Odaiba. He de comentar que Odaiba no es una isla en plan
vegetación paradisíaca rodeada de playa. No. Aunque tiene una pequeña playa, es
más bien un relleno o terreno ganado al mar que se les ha ido un poco de las
manos porque es absolutamente gigantesca. De hecho ahí se encuentra el puerto
comercial de Tokyo entre otras muchas, muchísimas cosas, como centros
comerciales mastodónticos, el centro de convenciones Tokyo Big Sight dónde se
estaba la Expo, el edificio de la Fuji TV. En fin, para pasarse una semana
entera visitando todo.
Edificio Fuji TV
Puesta de sol desde Odaiba
Rainbow Bridge
Llego al Big Sight y según me acercaba desde el metro
iba alucinando más. Era enorme, y eso que he estado en Centros de Convenciones
como el de Chicago, Amsterdam RAI, Hamburgo Messe y, sin ir más lejos, Fira
Barcelona o Madrid. Bien, pues yo creo que todos cabían dentro de este. No, no
era para tanto, pero sí que era mucho más grande que cualquiera de los
mencionados. Tenía 8 pabellones gigantescos en el ala Este y 4 más en el ala
Oeste más otros de servicios. El exterior con una forma curiosa contaba con una
fachada sobre la que algunos días hacen unos mapping espectaculares. Realmente
impresionante.
Big Sight
Big Sight West Pavillions
Entro y, con todo muy bien indicado, llego sin
problemas a la Expo. Realmente sólo con seguir a los demás corredores ya
llegabas bien. Un montón de voluntarios todos indicándote por dónde ir y qué
hacer. Lo primero, mostrar la confirmación del dorsal que te escaneaban para
darte una pulsera de identificación que no te podías quitar hasta que salieras
de la zona de meta del Maratón. Resistente al agua y con un chip con el que te
controlan para entrar tanto en la Expo como en el Maratón.
Una vez colocada la pulsera te dirigían a recoger el
dorsal. Todo estaba separado para japoneses y extranjeros, así se repartía todo
mejor. Ni un segundo de cola. Fluidez y organización máxima. Con el dorsal ya
en la mochila, antes de entrar en la zona de stands, fotografía identificativa
asociada a la pulsera y tras recoger la bolsa con la camiseta, ahora sí, por
fin, la Expo.
Entrada a la Expo
Un dorsal más para la colección
Recogida de dorsales
La pulsera identificativa
Bueno, pues la Expo, como todo lo demás. A lo grande.
No se acababa nunca. Estuve 3 horas y eso que vi de pasada la mayoría de los
estands. La verdad es que hice muy bien en llegar el jueves para ir a la Expo
el viernes. Si llego haber ido el día anterior a la carrera, no llego ni al
medio maratón.
La Expo no consistía simplemente en stands de firmas
publicitarias. En el primer pabellón había de todo, desde stands enormes como
el del Metro de Tokyo hasta stands de videojuegos (Pacman), de Anime, simulador
de terremoto, o uno en el que te retaban en cinta a correr durante 10 segundos
a ritmo del record del mundo, o sea a 22.57km/h o, lo que es lo mismo 2’55” por
kilómetro. Te colocaban un arnés por si se te iban las piernas a esa velocidad
que quedases colgado y no salieses disparado hacia atrás. Yo no lo intenté
porque tampoco era cuestión de romper fibras a dos días del Maratón, pero vi a
un chico hacerlo y no os podéis imaginar a qué velocidad van las piernas a ese
ritmo. Increíble que los pro puedan aguantar algo más de 2 horas a ese ritmo.
Circuito
Stand de Tokyo Metro
Stand Packman
Un corredor intentando aguantar durante 10 segundos el ritmo de Kimetto en el WR
Parece que esté corriendo y todo
Dejando atrás ese pabellón, la ruta de la Expo nos
dirigía a otro enorme dónde sí ya estaban las firmas convencionales de
productos running, Adidas, Saucony y, por supuesto Asics, que es la
patrocinadora del evento. Quizás por ese motivo no estaban otras importantes
como Mizuno o Nike. No importaba demasiado porque había oferta más que
suficiente.
Y tras esas 3 horas recorriendo la Expo, me pongo en
marcha para explorar el resto de la isla. Iluso de mí, que lo tenía todo
planificado sobre mapa para ir de paseo. Era tan sumamente grande, que sólo
hice a pie el recorrido desde el Tokyo Big Sight hasta la noria gigantesca en
la que, por cierto, era tal la cola para subir que la pasé de largo. Ahí ya
cogí de nuevo el metro para cruzar la bahía y hacer algunas fotos con luz del
día. Al llegar al otro lado, volví para recorrer la parte de la isla que tiene
vistas a Tokyo. ¡Y que vistas! Me encantó. Está todo muy bien montado con un
paseo precioso y puntos fotográficos y de descanso. Desde ahí se puede ver
perfectamente el Rainbow Bridge con la Tokyo Tower al fondo y todo el Skyline
de Tokyo. Hay incluso una réplica de la Estatua de la Libertad. Sencillamente
maravilloso.
Esperé a que cayese la noche (sobre las 1730h ya está
oscuro) para sacar algunas fotos tanto del atardecer como nocturnas. Tuve mucha
suerte porque hizo un atardecer precioso. Luego, agotado, me fui a cenar a un
restaurante de un centro comercial que se llamaba Aqua City y que era
mastodóntico, aunque el de al lado, Decks, no se le quedaba atrás con Legoland
y el museo Madamme Tussauds en su interior. Los que conozcáis cualquiera de
estas dos atracciones, ya os podéis imaginar más o menos la dimensión del
centro comercial.
Odiaba desde el monorraíl
Rainbow Bridge
Estatua de la Libertad
Y de vuelta a casa, al bajarme en la estación de
Shimbashi para coger la línea Hibiya (H) que de dejaba al lado del apartamento,
veo una calle muy, pero que muy iluminada. La intención era irme directamente a
casa, pero no pude resistir la tentación de acercarme a explorar. Resultó ser
Chuo Dori en su paso por Ginza, o sea, que estaba en la equivalente a la Quinta
Avenida o el Passeig de Gracia. Lujo por doquier, Prada, Bulgary, Ferragamo,
Cartier…. No me la acabé porque estaba muy cansado, así que después de hacerme
una foto en un cartel donde figuraba el tiempo del actual record del mundo de Kimetto (2h02m53s) en la famosa tienda de Seiko, en el Ginza Wako Building, cogí el metro y por fin me fui al apartamento a pegarme una ducha y caer
rendido en la cama.
Avenida Chuo Dori en Ginza
Tienda Dior en Ginza
Record del mundo de Maratón de Kimetto
SABADO 24 – SHINJUKU / CHIYODA
Ya con las pilas cargadas, me despierto tempranito para
ir a hacer algo que no se puede pasar por alto en este tipo de maratones.
Primero, calcular el tiempo que te lleva llegar hasta la salida y reconocer la
zona para no llegar el día de la carrera y andar por allí como un pollo sin
cabeza. Y segundo, recorrer andando el último kilómetro del Maratón para no
llevarte una sorpresa de última hora, como, por ejemplo, un repecho inesperado,
o calles con giros que te corten el ritmo. De hecho al ir a la zona de meta me
llevé la agradable sorpresa de que la recta final no era tan corta como había
visto en el video del año pasado ya que la meta estaba prácticamente dentro de
los Jardines del Palacio Imperial y el año pasado estaba situada bastante
antes. Y la calle por la discurre el último kilómetro, Marunouchi Street llena
de tiendas de lujo igual que Chuo Dori en Ginza, tampoco es tan estrecha como
parecía en el video. Así que siempre hay que inspeccionar el terreno, si se
puede, antes de echarse a la aventura.
Al contrario que el día que llegué, hoy lucía un sol espléndido
aunque con algo de bruma. Me levanto temprano para poder volver también
temprano al apartamento y cojo la línea Hibiya en la estación de Hatchobori (H11) de metro hasta Kasumigasaki (H6), dónde
cambio a la línea Marounochi (M) para llegar a Shinjuku (M9), la estación de transportes más grande de
Tokyo. Y tan grande que es. Al salir al primer hall me quedo muerto. Creo que
llegué a contar unas 18 o 19 salidas diferentes y la gran pregunta era: ¿Y
ahora cuál por cual demonios voy? Así que me puse el sombrero de Indiana Jones
y a la aventura por un pasillo concurrido lleno de tiendas, cafeterías y gente.
Como no había desayunado todavía, entro en una cafetería y me tomo un cafecito
con unas tostadas riquísimas y un huevo cocido. Se ve que es lo que se estila
aquí para desayunar, así que como dicen los ingleses… ‘When in Rome, do the
Romans’. Tras reponer fuerzas tiro de imaginación y me voy hacia las salidas de
la zona Oeste que recordaba era la que tenía que tomar el día de la carrera
para llegar a la salida. Ahí ya pude ver un cartel que indicaba el Tokyo Metropolitan Government Building que es exactamente el punto de partida del
Maratón. A partir de ahí todo rodado. Ya pude ver en la gran plaza interior
movimiento montando carpas y cómo no había demasiada gente, aproveché para
liquidar una de las visitas de mi lista de este viaje, el mirador del
Metropolitan que encima de las vistas que tiene, es gratuito. Cola mínima y en
10 minutos ya estaba en el piso 45 disfrutando de las fantásticas vistas de
Tokyo. Todavía me quedan dos miradores más, el de la Mori Tower y el Sky Tower,
esos dos ya de pago. Tras una buena sesión de fotos, bajo y como ya tenía listo
el tema de cómo llegar a la salida y el tiempo que me llevaba desde el
apartamento (40 minutos más o menos), pues me voy camino a la Tokyo Station a
ver la zona de meta. Parada a comer un poco de pasta que es lo que toca el día
anterior al Maratón y metro hacia Chiyoda.
Metropolitan Government Building
Panorámica de Tokyo desde el Observatorio del piso 45 del Metropolitan Government Building
Shinjuku area
Grata bienvenida
Al llegar a la Tokyo Station y pasando por las
galerías subterráneas veo una pequeña exposición del Maratón con todos los
campeones y con los carteles de las ediciones. Pensaba que tenía más tradición,
pero sólo van 12 ediciones con esta y en cuanto a participantes ya está a la
altura de otras históricas como Berlín o Boston y muy cerca de Chicago y
Londres. NYC es la única capaz de gestionar a 50000 corredores/as.
Tras encontrar la salida que me correspondía (vaya
viajecito me están dando las dichosas salidas), me planto directamente en la
recta de meta. Como comenté antes, bastante más larga de lo que me esperaba, lo
cual agradezco, porque es el momento que más disfruto y en el que más me recreo
en los Maratones. Luego me pegué un paseo por el último kilómetro en sentido
contrario para ver cómo era. Pues llano y adoquinado pero no como el de Roma.
En plan peatonal planito. Quizás si se moja pueda patinar un poco. Y con este
reconocimiento, un par de fotos a la preciosa Estación de Tokyo y una cena
tranquilita y suave, quedaba todo listo para el gran día.
DOMINGO 25 – TOKYO MARATHON 2018
Y por fin llegó el momento más deseado. El día de la
carrera. Ese día para el que me estuve entrenando (no tanto como me hubiese
gustado) durante los últimos meses y que parecía que nunca llegaría. El parte
meteorológico daba frío, unos 6 grados de máxima y nubes, aunque se suponía que
no iba a llover.
Ya había estudiado ayer el camino del apartamento a la
zona de salida para no llevarme sorpresas y tener el tiempo calculado, así que
todo fue rodado. Me levanté temprano, aunque no demasiado ya que la carrera era
a las 0910h, hora realmente curiosa. Al entrar en el metro de Hatchobori (H11)
ya me encontré con los primeros corredores y, aunque no me supiese el camino,
sólo con haberlos seguido ya llegaría sin problemas.
La zona de salida estaba realmente cambiada con
respecto al sábado. Parecía zona de guerra. Muchísimos corredores (éramos
36000 sumando los 500 de los 10K) y muchos, muchísimos voluntarios (12000) con carteles para indicarte por
dónde tenías que ir. Hay que tener en cuenta que estábamos divididos en zonas
para poder organizar perfectamente el tema de la entrega de la bolsa de la ropa
en los camiones. En el dorsal se indicaba el cajón, el B en mi caso, y el
número de camión, 27-3.
Zona de salida
Zona Meta
Para entrar en la zona de salida te escaneaban la
pulsera que te habían dado en la Expo y te hacían pasar por unos arcos como los
de los aeropuertos, controlando también las pertenencias que llevabas en la
bolsa. Como curiosidad, dejaban entrar mochilas, siempre y cuando luego
entrasen en la bolsa que te daban y a la que le tenías que pegar la pegatina
que correspondía con tu dorsal. A pesar de todo, el proceso era super rápido y
no había prácticamente colas. ¿Os lo podéis imaginar? Con 36000 corredores
controlados uno por uno!!!
Esta vez me tuve que abrigar más de lo que suelo hacer
para correr un maratón, utilizando la térmica más gruesa que tengo por debajo
de la Celeste. Y menos mal, porque hacía un frío que pelaba. De hecho, durante
la carrera, a pesar de ir en constante movimiento, sentí algo de frío por
momentos.
Zona de salida
Camiones guardarropa muy bien organizados
Buffet libre agua, bebida energética, plátanos y naranjas antes de la salida
Tras un buen estiramiento, dejo la ropa en el camión y
me voy a echar ‘la meadita del miedo’. Aquí quizás el único punto negativo de
la excelente organización. Me dio la impresión de que no había suficientes
baños para todos. Deberían poner esos retretes portátiles de 4 para los chicos,
con lo que se aligeraría muchísimo el tema. Estuve prácticamente media hora en
la cola y aquí no había lugar a eso de buscar un árbol y ayudarle en su
crecimiento.
Y a sólo 20 minutos del inicio me dirijo al cajón, con
los nervios a flor de piel. Muchos os pensaréis que después de 18 Maratones es
tontería ir nervioso. No es eso. No es que vayas nervioso, es que el Maratón es
muy duro y el miedo al fracaso y a no terminarlo está ahí. En este caso, era un
viaje difícilmente repetible y que encima me tocó el dorsal por sorteo, con lo
que tenía que terminar como fuese, y cuando te enfrentas al Monstruo nunca hay
un 100% de probabilidades de hacerlo. Sí que llegaba bien de forma, aunque
corto en kilómetros y no tenía muy claro cómo reaccionaría el cuerpo más allá
del km 30. Eso sí, la mentalidad era terminarlo aunque fuese a gatas.
Salida multitudinaria
Después de escuchar un himno, que doy por hecho era el
de Japón y, tras la salida de los atletas en silla de ruedas, un disparo al
aire y esos típicos cañones de confeti que siempre había visto en la tele y en
fotos, marcaron el inicio del que iba a ser mi Maratón #19. Nos movemos
lentamente hasta estar cerca de la alfombra de salida para ya empezar a poner
ritmo de carrera nada más cruzarla. Aquí no hay arcos ni de salida, ni de meta,
son dos pilares al estilo de los que hay ahora también en el Marató de NYC.
A pesar de la multitud, se podía correr perfectamente
desde el inicio dado que las calles, en consonancia con el resto de la ciudad,
son enormes. Había tramos de 10 carriles, 5 por cada sentido. Aún así, fui
regulando un poco para no salir demasiado lanzado y cuando paso el primer
kilómetro veo que voy algo más lento de lo que tenía planeado, así que
aprovechando que los 5 primeros kilómetros son cuesta abajo, aumento un poco el
ritmo para ir compensando y ponerme a los 4’45” que pretendía. La verdad es que
me dejé llevar un poco por el corazón en el planteamiento porque, aunque las 4
Medias Maratones que corrí este año las hice muy bien de ritmo, no era el
momento de intentar hacer mi marca personal. Pero salí valiente y como había
visto que el circuito era, en principio, plano, pues intenté emular la gesta de
Chicago.
Salida entre confeti
Del kilómetro 3 al kilómetro 4 y pico bordeábamos el
Departamento de Defensa. Sí, es una manzana de kilómetro y pico. Impresionante.
Pasado el kilómetro 5 girábamos a la derecha para ir hacia la zona de Asakusa,
aunque sin llegar a ella. En ese momento mi reloj iba loco. El parcial real era
23’53”, más o menos dónde quería estar, pero el reloj marcaba 22’ y poco y los
puntos kilométricos muy desfasados, así que no me servía de mucho. Tocaba hacer
cálculos mentales al pasar por los parciales de 5K. Tampoco va mal del todo
porque así vas entretenido.
Del 5 al 10 seguíamos bajando, pero esta vez sólo por
coordenadas, porque el asfalto era bastante plano. Nada destacable salvo que
iba a buen ritmo y disfrutando de la carrera. Segundo parcial en 24’05”, algo
más lento de lo que pretendía, pero bien. No me notaba cansado y la carrera
transcurría sin problemas.
Km 10 todavía fresco
Quizás este sea un buen momento para comentar cosas de
la organización. La primera, el tema de los aseos. Había muchos, muchísimos y
estaban indicados en carteles que sostenían los voluntarios. Lo curioso es que
la mayoría no estaban al costado del circuito sino que te tenías que desviar,
40, 50 o incluso 60 metros por calles perpendiculares. Una locura el tiempo que
puedes perder ahí. Así que aunque por esa parte ya tenía algo de ganas de mear,
me aguanté.
Desvío para ir al servicio
Larguísimos avituallamientos
Otra cosa curiosa era que había un montón de
voluntarios con bolsas de plástico repartidos por el circuito para que echaras
sobres de geles, o lo que fuera. Evidentemente en los avituallamientos los
vasos iban al suelo, aunque había tropecientas papeleras de cartón. Y hablando
de los avituallamientos. ¿Cómo pensáis que eran? Pues sí, enormes, larguísimos,
no te los saltabas ni aunque quisieras, lo cual es fantástico porque no pierdes
absolutamente nada de tiempo.
De vuelta a la carrera, llegamos al km 14 donde hay
una confluencia con los corredores que vienen ya de vuelta del medio maratón.
Un poco antes habíamos visto pasar a los atletas de silla de ruedas. ¡Qué
espectáculo! Lástima que yo pasé antes de que les diese tiempo a los de élite a
llegar allí, que tampoco me sacan tanto jajajjaja. Y así, muy entretenido y con
el imponente SkyTree a la derecha del
circuito llego al tercer parcial, el del km 15 que paso en 24’17” casi igual al
anterior. Pero ya había una nota discordante en mi cabeza. El circuito no era
tan plano como parecía. Había bastante falso llano, y cómo había tres partes
del circuito que eran de ida y vuelta había que subir y bajar. No hubiese sido
un problema a un ritmo tranquilo, pero a la velocidad a la que iba me estaba
minando bastante.
Km 16 - Volando y con el SkyTree al fondo
Cuando giramos en el km 16 a la izquierda para enfilar
la larguísima recta que nos dejaba en el medio maratón ya no veía tan alegre, y
mucho menos después de tener que atravesar tres puentes que había entre el 16 y
el 21 y que tendríamos que atravesar de nuevo de vuelta. Fue justo ahí cuando
decidí dar por finalizada mi aventura sub 3h30m. Sabía al 100% que no lo podía
conseguir, así que aguanté el ritmo hasta el medio maratón que paso en poco más
de 1h44m y poco después, aprovechando unos servicios al lado del circuito,
aprovecho para hacer el ‘riuet’ que llevaba unos kilómetros aguantando. Ahí dejé a Tatiana, una corredora con la que me iba cruzando desde el principio de la carrera y que iba exactamente al mismo ritmo que yo intentaba mantener a toda costa. Al final la que lo consiguió fue ella y terminó por debajo de 3h30m colgándose dos medallas, la del Maratón y la Six Star por haber completado los 6 Majors. Enhorabuena!!
Al regresar al circuito, me pongo a ritmo de rodaje
por Castelldefels, sobre 5’10” y voy devorando kilómetros mientras disfruto de
la carrera fijándome en mis compañeros de aventura. Uno vestido de pollo, otro
con la camiseta de Iniesta y muchos con un dorsal a la espalda que decía que
ese era su último Maratón para completar los 6 Majors. Se ve que la
Organización de los Major te lo daba previo email acreditando los tiempos de
los otros 5. Ese dorsal es el que espero poder llevar orgulloso algún día. Ya
sólo me quedan dos.
Unos de los giros de 180º
El parcial del kilómetro 25, ya camino de Ginza
mostraba una realidad bien diferente de los primeros 4. El ritmo, con la parada
técnica, se había caído considerablemente y ya estaba por encima de 5’20” y el
parcial 27’27”. Ya empezaba a estar cansado pero todavía era un cansancio
soportable. De piernas no estaba mal, pero los pies, los dos, me dolían
muchísimo y no en un punto concreto sino en general.
Así que poco a poco nos acercamos a Chuo Dori, esa
Quinta Avenida japonesa que se encuentra en el barrio de Ginza. Pasamos por
delante de las tiendas de Cartier, Tiffany’s, Apple, Zegna, Ferrutti y unas
cuantas más de puro lujo antes de girar a la derecha en el icónico edificio de
Seiko dónde poco después estaba situado el kilómetro 30 que paso con un parcial
de 27’44” casi igual al anterior. De ahí subimos subimos hacia el parque Hibiya
dónde en un giro a la izquierda nos cruzábamos con los corredores que enfilaban
ya el último kilómetro, cuando a nosotros todavía nos faltaban 11. Mentalmente
es un poco duro, pero hay que hacerse a la idea. En el km 30 ya había pensado
en pasar el avituallamiento caminando porque ya no podía con las piernas. Pero
haciendo cálculos me salía que si no paraba ni me desplomaba del todo, podía
bajar de 3h45m que no estaría tampoco nada mal.
Km 32 - El templo budista Zojo-Ji y la Tokyo Tower al fondo
Apretando dientes en el último kilómetro
Úlitmos 195 metros!!!!!
Enfilábamos la última de las largas rectas de ida y
vuelta del circuito que nos volvería a dejar a los pies del parque Hibiya para
encarar el último kilómetro por la calle Marunouchi, otra calle también
rebosante de lujo. Esa larguísima recta de casi 5 kilómetros nos metía de lleno
en la zona de Shiba dónde está el famoso parque y su templo buidsta y desde dónde
pudimos ver la Tokyo Tower, esa copia de la Torre Eiffel colorida, y en la zona
de Mite, dónde estaba situado el último giro que nos ponía de cara a la meta.
Más que correr ya me arrastraba y el parcial del km 35 se desplomaba a los
28’00”. Sufrimiento máximo para no dejar de correr y alcanzar el parcial del km
40 que me sale en 30’ con los pies que me mataban en cada pisada. Ya sólo
quedaban 2 kilómetros y 195 metros para cruzar la línea de meta y colgarme una
nueva medalla. Evidentemente ya sabía que lo iba a conseguir, pero ahora lo que
quería era bajar de las 3h45m. Para ello tenía que acelerar un poco, así que
emulando al espíritu de La Habana, aumento el ritmo y empiezo a adelantar a
bastante corredores disfrutando de ese paso por la calle Marunochi que nos
dejaba en la rambla que va de la Estación de Tokyo al Palacio Imperial y dónde
estaba situada la línea de meta. A pesar de todo el sufrimiento tomo esa curva
con una emoción increíble para disfrutar de los últimos 195 metros del Maratón
de Tokyo, mi cuarto Major y mi decimonoveno maratón finalizado. De momento
efectividad del 100%.
Disfrutando de los últimos metros
Entrando en meta con la Tokyo Station al fondo
Besito para mis dos amores
Tras cruzar la línea de meta, nos hacían caminar
bastante en dirección al Palacio Imperial para luego hacer un giro en U y
dirigirnos al parque Hibiya que estaba a casi dos kilómetros. Un muy buen paseo
que se me hizo eterno a pesar de que cada poco nos tenían entretenidos. Primero
con la bolsa de avituallamiento, luego una toalla finisher y, por supuesto, la
ansiada medalla. Preciosa, por cierto. Sin duda, la más bonita de mi colección.
Ya en el parque, nos dirigen hacia los camiones donde
debíamos recoger la ropa, pasando antes por el típico phototocall que me salto al
ver la cola y por un stand de Seiko dónde podías poner tu marca en un cartel
cómo los de los de pie de pista de las pistas de atletismo y que luego se
colgaría en el metro de Tokyo a modo promoción. También me lo salté. No estaba
para colas. Me cambio, fotos varias mordiendo la medalla y a coger el metro
para ir a descansar un poco.
Una de las medallas más bonitas de mi coleeción
Otra medalla con mi muesca
Y van 19 mordiscos!! Thanks Sarah Kreisman for the pic :)
Al igual que la ciudad, el Maratón de Tokyo me
encantó. Muy bien organizado y con un recorrido muy bonito y repleto de gente
muy ruidosa. Nada que envidiar a Chicago o NYC y ojo, que lo que para los
populares son falsos llanos, para los profesionales no son nada y quizás en el
futuro aquí se pueda hacer una gran marca. Para empezar el récord del circuito
ya está por debajo de las 2h04m.
Normalmente el tema fotos y estadísticas lo pongo al
final de la crónica, pero como voy a seguir contando mi aventura nipona, os
dejo los enlaces aquí. Catálogo completo de fotos del viaje en TRIP TOKYO, las relacionadas con la carrera en TOKYO MARATHON y
estadísticas, aunque muy desvirtuadas, en GARMIN CONNECT. Por cierto, mis fotos en carrera no son de buena calidad porque por primera vez en mucho tiempo no las he comprado dado que la descarga digital costaba €180.00!!!! Está muy bien que te saquen fotos en carrera y ya el precio habitual de €70.00 me parece excesivo para una descarga digital, pero €180.00 ya me parece totalmente fuera de lugar.
Parciales oficiales de la Organización
LUNES 26 – MEJI PARK / TAKESHITA STREET / SHIBUYA
Por si no fuese suficiente con los 42195 metros de
ayer, pues hoy me pegué una buena pateada por Tokyo. El viaje entra en su recta
final y todavía tengo mucho por ver. Además, el caminar al día siguiente al
Maratón ayuda muchísimo en la recuperación.
El día empezó con la visita al Parque Meji, dónde pude
ver el Tori más alto de Japón y el Santuario que allí se encuentra, así como su
Jardín Interior que tiene un lago y un jardín que cambia de flor dependiendo de
la época del año. En esta época estaba en proceso de florecimiento por lo que
parecía un poco desolado. No me di cuenta que justo al lado del Parque Meji, está el Parque Yoyogui, así que quedará pendiente para un futuro viaje.
Tori en el Parque Meji
Meji Shrine
Meji Shrine
Jardín interior
Al otro lado del Parque, cruzando las vías del tren,
se encuentra uno de los puntos más turísticos de Tokyo, la zona Harajuku con la famosa Takeshita Street, muy
abarrotada de gente. La típica calle llena de tiendas de suvenirs y, sobre todo
aquí, de dulces y caramelos. Rápida pasada para llegar a Omotesando otro centro
neurálgico lleno de tiendas y con un centro comercial, el Omotesando Hills,
bastante imponente, al menos su fachada.
Takeshita Street
Omotesando Hills
Había visto en un blog que, un poco alejada del
mundanal ruido había una calle llamada Cat Street en la que se encontraba un
sitio en el que servían bocadillos de langosta, el Luke’s Lobster. Como tenía
la dirección, me acerqué hasta allí y la verdad es que fue una buena elección.
Apenas había turistas (occidentales, que asiáticos sí que había bastantes) y el
sitio es un ‘corner’ a pie de calle. Hay unos poquitos bancos en los que te
puedes sentar si tienes la suerte de coger sitio. Si no, pues nada, te comes el
bocata de pie. Pequeña cola para pedir y la verdad es que el bocadillo estaba
muy rico, aunque con pan tipo perrito caliente y no demasiado grande. Pero para
matar el hambre y evadirse un poco de lo típico, no está mal.
Luke's Lobster
Rico bocata de langosta
Y como el cruce de Shibuya no estaba demasiado lejos,
pues me puse a caminar por esa calle que estaba repleta de tiendas de todo tipo
entre ellas una bastante grande de Galaxy con un escaparate en el que había dos
filas de 4 asientos para una demo de VR (Realidad Virtual). Cómo a mí me
encanta, entré y resulta que para la demo te daban un cartón con casillas que
tenías que sellar en diferentes lugares del edificio. Con esto lo que hacían
era enseñarte cómo funcionaban los últimos terminales, los accesorios (pulseras
de fitness, cámaras....) y cómo se podía utilizar el móvil para VR. Pues allí
estuve un buen rato para conseguir los cinco sellos que necesitaba para poder
subir a la atracción y la verdad es que fue genial. Primero con la foto.
Resulta que me voy a hacer un selfie y cuando enfoco veo a los de la fila de
atrás posando. Muy japonés jajajaja. Y luego que la experiencia fue alucinante.
Era una batalla espacial pero que realmente parecía que llevabas tu la nave.
Muy chula. Es una técnica que se empieza a utilizar en parques de atracciones
en montañas rusas. O sea, vas en la montaña rusa pero con las gafas, con lo que
los giros y la velocidad son los del circuito, pero lo que ves no son los
raíles, sino un mundo distinto.
VR con mis amigos japos
En fin, que después de la experiencia me voy a Shibuya
a conocer la zona y el famoso cruce. Bueno, simplemente es curioso. Eso sí, la
zona tiene un ambiente tremendo. Luego volví por la noche para hacer fotos
nocturnas ya con todos los carteles y pantallas de video encendidos.
El famoso cruce de Shibuya
Y mientras atardecía, me acerqué a Roppongi Hills, al
Observatorio Tokyo City View que hay en la Mori Tower que es dónde se encuentra el Museo de
Arte. Desde el piso 52 y desde la terraza del 53, se puede contemplar la
inmensidad de la ciudad, con un precioso primer plano de la Tokyo Tower, la
réplica que tienen los japoneses de la Torre Eiffel. Unas buenas vistas que
merecen la pena.
Mori Tower
Tokyo Tower
Tokyo night
Shinjuku
Y en este ajetreado día, todavía me quedaba una cosa
por hacer. Ya llevaba 4 días completos en Tokyo y todavía no había probado el
sushi, así que tiré de repertorio y tenía un restaurante anotado en la zona de
Ginza en el que se comía sushi de primera y a un precio razonable. Así que allí
me fui y la verdad es que fue una experiencia increíble. El local se llama Ginza Marui Sushi, pequeño con dos mesas para cuatro y 6 taburetes en barra.
Evidentemente me tocó barra y fue lo mejor que me podía haber pasado ya que la
comida la preparaban delante de tus narices y no sólo la tuya, sino también la
de los demás, evidentemente. Así que me pasé un buen rato cenando
tranquilamente mientras contemplaba con que arte preparaba la comida aquel
chico. Y al terminar, más que muerto para el apartamento a dormir un poco
porque el Martes tocaba más caminata.
Delicioso sushi preparado delante de mis narices
Fantástico y relajado ambiente
Ginza Marui Sushi
MARTES 27 – UENO PARK Y SKY TREE
El martes amaneció con sol, así que perfecto para ir a
dar un paseo por el Parque Ueno. Había leído que era grande, pero la verdad es
que es enorme. Se puede dividir en tres bloques. El central dónde hay un largo
paseo que lo atraviesa y en dónde encontramos una gran plaza casi al final y
una fuente y en su parte este según avanzamos por el parque encontramos el
Museo de Arte Occidental, el Museo de Historia Natural y Ciencias y una sala de
conciertos, la Tokyo Bunka Kailan. En esa gran plaza a la derecha, está la
entrada del zoo dónde se encuentra una preciosa pagoda de 5 pisos, muy típica
en las postales de Tokyo. El Zoo gigantesco que cuenta con dos partes, una en
la zona del parque y otra al otro lado cerca de The Pond, un lago bastante
grande. Las dos partes están unidas por un puente y monorraíl. También en esa
parte oeste del parque se encuentra el enorme Museo Metropolitano.
The Pond
Pagoda de 5 pisos en el Zoo
Museo de Ciencias e Historia Natural
El segundo bloque sería precisamente ese, el del lago.
No es especialmente bonito, pero tiene sus barcas para remar o para pedalear.
Eso sí, para correr es fantástico.
Y el tercer bloque lo ocupa íntegramente el Museo Nacional de Tokyo que consta de varios edificios y ocupa una extensión incluso
mayor que la del zoo. Como te pongas a visitar todo lo que hay en ese parque,
no te llega una vida.
Tokyo National Museum
La segunda visita del día era el Sky Tree, la torre de
comunicaciones más alta del mundo con 634 metros de altura, pero antes de
llegar ahí, me pasé un buen rato paseando por el mercadillo de Ameya-Yokocho
(Callejón de la tienda de dulces), conocido como Ameyoko y que está formado por
varias calles llenas de puestos callejeros de todo tipo, de comida fresca, o
cocinada ya para comer y tiendas de todo tipo, de ropa, zapatos, electrónica,
souvenirs y, como no, de dulces. Una locura de mercado que ocupa 165000m2.
Mercado de Ayeyamococho
Mercado de Ayeyamococho
Y después de comer un buen plato de curri, ya cogí el
metro hasta la estación de Asakusa, que está al lado del río Sumida y desde la
que me dirigí paseando hasta el Tokyo Skytree. Aunque el Skytree tiene su estación de
metro, preferí parar antes para así poder buscar algún buen ángulo para las
fotos. Y como había hecho los deberes antes de venir, me fui paseando por las
calles de Sumida City, que es como se llama esa zona, hasta llegar a un parque
que se extendía a lo largo de lo que antes debía haber sido un canal. El paseo
muy tranquilito sin apenas gente, salvo algunos niños y algunas personas en
bici o corriendo. Era bastante largo, la verdad y no me lo acabé, porque me
desviaba del lugar que estaba buscando, un pequeño templo desde dónde había una
buena vista de la torre. Al final lo encontré y de vuelta hacia la torre
también localicé un puente que debía ser bastante popular porque no era el
único que estaba tirando fotos desde ese lugar que tenía un plano limpio sobre
la el Skytree y además se podía ver reflejado en un canal. Hay que reconocer
que la torre es impresionante, tanto en altura, como en su base dónde hay un
enorme centro comercial de tres plantas que ocupa una manzana entera y que
incluye también el acuario de Sumida. Luego hablamos de los los americanos,
pero los japoneses tampoco se quedan cortos a la hora de hacer las cosas a lo
grande.
Tokyo Skytree
Tokyo Skytree
Tokyo Skytree
Tokyo Skytree
Tokyo Skytree
Y la última visita del día era a la zona de Kabukicho
al lado de la estación de Shinjuku, pero estaba realmente agotado y decidí ir
al apartamento y dejarla para mi último día en Japón.
MIERCOLES 28 – TSUJIKI MARKET / KABUKICHU
He tenido mucha suerte en este viaje, porque sólo
llovió el primer día que llegué y de forma intermitente con lo que incluso pude
aprovechar para ir a la zona de Roppongi. Los demás días, sin excesivo frío y
con sol para poder pasear tranquilamente.
Este último día guardaba una sorpresa inesperada.
Resulta que un amigo al que hacía tiempo que no veía, llegaba hoy de viaje de
negocios a Tokyo así que como tenía algo de tiempo antes de coger un tren a Yokohama,
aprovechamos para ponernos al día y comer juntos.
Con mi amigo Ronald
Pero antes de eso, aún hubo tiempo para hacer muchas
cosas. La primera, visita al santuario Senso-Ji que me volvía a llevar de nuevo
a la zona de Asakusa aunque esta vez a una parte que no había explorado. El
santuario es bastante grande y consta de varios edificios, pero el hall central
es majestuoso. Realmente merece la pena acercarse para verlo. También había una
pagoda de 5 pisos. Por los aledaños, las calles estaban repletas de puestos.
Como veis, hay puestecillos tanto de comida como de cualquier cosa que os
imaginéis, por todo Tokyo.
Santuario Senso-Ji
Santuario Senso-Ji
De ahí, cogí el metro para ir a ver el famoso MercadoTsujiki dónde se comercia con el pescado fresco. Vamos, la lonja de toda la
vida. Se puede visitar a eso de las 5 de la mañana aunque el cupo es muy
pequeño, como unas 200 personas por día. Parece ser que la gracia es ver
especies que sólo hay por aquí. Los aledaños atestados de puestos de comida y
de mucho turista. Por cierto, que hay turistas por todo Tokyo, pero orientales,
con lo cual ya no sabes si es que hay mucha gente por todos lados, o es que
está lleno de turistas. Occidentales muy pocos.
Tsujiki Market
Y del mercado de Tsujiki, subí en el metro a la zona
de Mita y Shiba para ver el templo budista Zojo-Ji y la Tokyo Tower a ras de
tierra, ya que sólo la había visto hasta el momento desde las alturas. Tras un
buen recorrido por la zona, continué caminando hacia la zona del la Estación de
Tokyo dónde había quedado con mi amigo Ronald que resulta llegaba esta tarde a Tokyo
de viaje de negocios. Antes de vernos, me dio tiempo a acercarme hasta el Palacio Imperial que sólo había visto el día del Maratón y de bastante lejos.
No se veía muy bien, sólo una parte, porque para entrar tienes que pedir visita
por internet con antelación. Lo que impresiona es el gran muro y el anchísimo
foso que rodea a toda la zona que comprende el Palacio que es gigantesca.
Zojo-Ji
Templo Budista Zojo-Ji
Parque Hibiya
Jardines Palacio Imperial
Y tras la cena con Ronald, me fui a hacer la última
visita del día y del viaje. La zona de Kabukicho que es la que más juventud
concentra junto con la de Shibuya y en la que se encuentran la mayoría de
locales de copas y discotecas. Paseo rápido para sacar un par de fotos y vuelta
al apartamento después de un día agotador. Mañana toca madrugón y largo viaje
de vuelta.
Kabukicho
Kabukicho
JUEVES 1 – EL REGRESO
Recurriendo a tópico, todo lo bueno se acaba, y mi
viaje a Tokyo llegó a su fin. Creo que ya me he explayado lo suficiente, pero
he de decir que regreso con un poquito más de conocimiento y, sobre todo,
encantado de la experiencia. Tokyo es una ciudad increíble. Es sorprendente, encantadora,
acogedora, asombrosa, misteriosa, histórica, moderna, limpia, ordenada, mágica…
Podría seguir y seguir y nunca se me acabarían los adjetivos. Vuelvo
completamente enamorado de esta ciudad que me sorprendió desde el primer día.
Su gente, su cultura, su gastronomía, su arquitectura, esa mezcla de lo
ancestral y lo vanguardista. En Tokyo todo es pura magia. Ese silencio
sepulcral de los vagones de metro atestados de gente. Ese respeto que se
muestra en los templos. Sus enormes parques, sus mastodónticos centros
comerciales. Sin duda ha sido el viaje que más me ha marcado de todos los que
he hecho hasta el momento, y van unos cuantos.
Sólo espero que la vida me dé una nueva oportunidad de
volver para poder compartir esta ciudad con las dos personas que más quiero en
el mundo, mi mujer Yoly y mi pequeñita Fátima, y así poderles mostrar mi
agradecimiento por todos los sacrificios que están haciendo para que yo pueda
continuar con esta Historia de un Sueño. Os quiero con locura.
Esperando el resultado de la lottery para conseguir dorsal este año en Tokyo llego a tu blog y sólo puedo decirte enhorabuena crack! grandes crónicas, grandes aventuras, viajes, maratones, experiencias. Espero seguir leyéndote muchas mas aventuras como ésta.
Muchas gracias por el comentario y sobre todo por la paciencia para leer toda esta entrada que se me fue un poco de las manos :) Pero es que Tokyo es especial y lo quería contar todo. Espero que te haya ayudado a hacerte una idea de lo que te puedes encontrar allí, tanto en el Maratón como en la ciudad. Te deseo toda la suerte del mundo en ese sorteo y espero que puedas disfrutar de esa maravillosa ciudad.
Mi próxima aventura será Montreal el próximo Domingo. No la he podido preparar muy bien, así que va a tocar sufrir de lo lindo. Ya lo contaré a la vuelta.
Pincha aquí o en la imagen para ver el recorrido real marcado por mi Garmin (con la liebre y la tortuga se le da más o menos velocidad) Hacía muchos años que tenía una cuenta pendiente con Estados Unidos. Una cuenta pendiente que me cobré el pasado 7 de Octubre cuando por fin, aterricé en la ciudad de Chicago para correr el Domingo 9 el 39 Bank of America Chicago Marathon . Como amante de la arquitectura, tanto moderna como antigua, Chicago era una ciudad que me resultaba irresistible cuando veía series, películas y documentales. Había estado ya en New York, Washington, Philadelphia, Los Ángeles, Las Vegas, San Francisco... pero Chicago se resistía. Quizás por eso, ya de vuelta en casa, seguía todavía con mis ojos clavados en los maravillosos rascacielos, una mezcla de modernidad y antiguedad, si es que a ciento y pico años le podemos llamar antiguedad, claro, porque más o menos es la edad que tiene Chicago o, al menos, la edad de la renacida Chicago después del d...
Mi primera Maratón de este 2013 llegaba precedida de lo que yo pensaba había sido un buen plan de entrenamiento. En anteriores ocasiones me habían faltado los entrenos largos y esta vez los había suplido con varias Medias Maratones que, con el añadido de los calentamientos, llegaban a los 25-26K. Y por supuesto con el punto de competición que te dan. Empecé en Sitges, luego Santa Pola, Terrassa y Granollers, para terminar haciendo 16K de la Mitja de Barcelona acompañando a mi amiga Nancy. Así que, aunque nervioso, los días previos estaba convencido de que por fin podría bajar de 3h30m que es mi objetivo desde ya hace bastante tiempo. Y quizás fueron esos nervios, a pesar de que era mi octava Maratón, los que me traicionaron la noche del viernes. Ya por la tarde no me encontraba muy bien, pero la noche fue insufrible con una fuerte descomposición que no me dejó prácticamente pegar ojo y que, por el contrario, me dejó completamente vacío y deshidratado. Así que c...
Todos los caminos conducen a Roma, pero sólo hay uno que conduce a la victoria, a ese torrente de sensaciones y a esa satisfacción final de ver recompensado el esfuerzo de tantos kilómetros de entrenamientos. Y ese camino mide exactamente 42195 metros. 42 largos kilómetros en los que se disfruta, se sufre y se lucha para poder recorrer los últimos 195 metros con una enorme sonrisa en tu cara y con una sensación que sólo conocemos los que alguna vez hemos tenido la suerte de cruzar la línea de meta en una Maratón. La 18 Maratona di Roma era mi sexta Maratón y la tercera con categoría Gold Label, la mayor distinción que se le puede dar a una carrera en ruta. Llegaba con muchas dudas por culpa de la sobrecarga que tenía en mis gemelos. Lo normal hubiese sido ir de paseo y aplaudir desde la grada para no sufrir y arriesgarme a romperme definitivamente. La Maratón es una carrera exigente y hay que estar al 100% para poder tener las mínimas garantías de éxito. Pero también de...
Esperando el resultado de la lottery para conseguir dorsal este año en Tokyo llego a tu blog y sólo puedo decirte enhorabuena crack! grandes crónicas, grandes aventuras, viajes, maratones, experiencias. Espero seguir leyéndote muchas mas aventuras como ésta.
ResponderEliminarMuchas gracias por el comentario y sobre todo por la paciencia para leer toda esta entrada que se me fue un poco de las manos :) Pero es que Tokyo es especial y lo quería contar todo. Espero que te haya ayudado a hacerte una idea de lo que te puedes encontrar allí, tanto en el Maratón como en la ciudad. Te deseo toda la suerte del mundo en ese sorteo y espero que puedas disfrutar de esa maravillosa ciudad.
EliminarMi próxima aventura será Montreal el próximo Domingo. No la he podido preparar muy bien, así que va a tocar sufrir de lo lindo. Ya lo contaré a la vuelta.
Saludos!
Suso
Hubo suerte! habemus dorsal! Comienza mi preparación para reencontrarme con la maratón tras la lesión!
ResponderEliminarEspero que todo fuera fantastico por Montreal
Si alguna vez corres en Bruselas, no dudes en avisarme!